Crecer y convivir con los demás

¿Qué tanto conoces a tus compañeros y compañeras de grupo? , además de saber sus nombres, identificar sus características físicas, la forma en que manifiestan su carácter y temperamento al realizar actividades individuales o en equipo dentro del aula o en la escuela en general. Cada uno de nosotros sus propias vivencias personales y familiares que influyen en nuestra forma de ser, actuar, pensar y, por lo tanto, de convivir; aunque esta información puede ayudarnos a entender y explicar algunas conductas y comportamientos , por lo general conocemos poco de nuestros semejantes. Aunque se espera que niños, niñas y adolescentes dediquen sus años infantiles y juveniles a estudiar y conocer la información básica que les permita aprender y comprender el presente, el pasado y el futuro del mundo en el que viven así como adquirir y desarrollar habilidades para comunicarse, trasladarse, indagar, crear y, en general, interactuar con el entorno y las personas en un ambiente de valores, la realidad muestra que muchos son parte de familias con limitaciones para cubrir sus necesidades, por lo que varios niños, niñas y adolescentes necesitan trabajar para ayudar a sus padres y, por tanto, descuidan sus estudios.

“mi opinión es que todos tenemos que convivir con mucha gente, así hacer amigos y muchas cosas mas, pero no ay que descuidar los ambientes “SAMUEL DE ALBA, 14 años, a 15 mayo,

Fuente: formación cívica y ética I, castillo


Relaciones de confianza en el trabajo escolar


En momentos se ha mencionado que cada individuo es único e irrepetible, tanto en el aspecto físico como emocional y en el intelectual. También se dice que cada persona tiene gustos e intereses específicos que nos motiva a desarrollar y fortalecer determinada habilidades y conocimientos, lo cual no hace competentes en algunas áreas más que otras ; sin embargo , cuando ponemos al servicio de los demás lo que pensamos, sabemos y, en general, lo que somos, contribuimos a la construcción de un mundo mejor. Según algunos teóricos como el psicólogo estadounidense Howard Gardner, no existe solo una inteligencia, como se creía en otro tiempo. Hasta hace algunos años, muchos niños y niñas enfrentaban el grave problema de la incomprensión: se consideraba que eran intelectualmente limitados solo porque tenían dificultades con los cálculos matemáticos o con la expresión verbal, aunque fueran estupendos dibujantes o deportistas, o tuvieran grandes aptitudes para la música o la interacción con los demás. A si mismo había quien creía que la inteligencia era una capacidad que se heredaba de los padres y que estaba predeterminada en cantidad y duración. Lo cual quiere decir que solo se podía ser inteligente hasta cierto punto acaso no más que los padres y mientras no se llegara al “declive” de la madurez (después de los treinta años.) Por ello se pensaba también que quien no había sido un buen estudiante durante la infancia o la adolescencia no era inteligente y no lo seria jamás.

‘’Lo que yo pienso es que ninguna persona es igual en su manera de ser y pensar, por eso no todos son inteligentes o trabajadores” SAMUEL DE ALBA, 15 mayo, 14 años,

Fuente: formación cívica y ética I, Castillo